martes, 26 de abril de 2016

 CUENTO DE ALICE MUNRO

Las niñas se quedan



He elegido el cuento de “Las niñas se quedan”. Desde el principio la historia me ha intrigado, quizás porque la imagen inicial es la de cualquiera de nosotros, de nuestra familia ¿quién no ha pasado unas vacaciones en familia de las que guarda un recuerdo especial? También me ha suscitado curiosidad el lugar que describe y su familia y la manera en que describe todas estas cosas.
            El relato nos habla de la vida de Pauline, una joven madre de 26 años casada con Brian y con el cual tiene dos hijas Mara y Caitlin. Pauline está pasando unas vacaciones con su familia en la costa este de la isla de Vancouver, junto a sus suegros. Su vida transcurre entre los quehaceres domésticos y la monotonía del hogar. Hasta que un día, un joven durante una barbacoa, le propone participar a una obra de teatro “Eurídice”. Ella será la protagonista. Los ensayos se realizan el domingo por la tarde y todo continua así durante un tiempo. Hasta que entre Pauline y Jeffrey empieza  una historia de amor-sexo. Para Pauline, Jeffrey es una vía de escape frente a la monotonía cotidiana. Y es durante estas vacaciones en Vancouver que Pauline decide dejar a su familia e irse con Jeffrey. Finalmente, se produce un análisis entre los pros y contras de volver a casa e intentarlo de nuevo o romper con su vida para siempre La historia que nos cuenta Pauline sucedió hace 30 años. En la actualidad, sus hijas guardan pocos recuerdos de aquel verano y hablan abiertamente con su madre sobre el tema, incluso bromean.
            Uno de los aspectos que analiza el artículo de Carbajosa, es la focalización de la autora en el mundo de la mujer. En nuestra historia la protagonista es también una mujer, como en la mayoría de sus cuentos y que a menudo, viene representada por Munro como “casada (mujeres que se casaron jóvenes), muchachas sin gran altura intelectual, sexualmente activas, con voluntarias ataduras familiares que no aceptan como único destino y que saben dejar al margen; mujeres atentas a sus propios intereses, capaces de reconocer sus no del todo honrosas motivaciones; mujeres realistas y no siempre buenas: mujeres fuertes, decididas, con tesón y nunca estereotipadas … Mujeres que se niegan a creer que su destino está ya decidido, que ya no hay más que la realidad cotidiana, que lo que tienen es todo lo que hay, que en su vida no quede nada que ella o cualquier persona razonable no pueda prever.” Esto es exactamente lo que le ocurre a Pauline, todo es tan predecible “Cada mañana, Pauline se desliza de la cama en cuanto se despierta; se desliza fuera del alcance de los largos brazos y piernas de Brian, que adormilados la buscan. Se despierta con los primeros chillidos y balbuceos del bebe. Mara, en la habitación de las niñas, y luego con el chirriar de su cuna, donde la pequeña -tiene dieciséis meses y está llegando al final de la primera infancia- se levanta para agarrarse a los barrotes. Continúa con su suave y afable parloteo mientras Pauline la coge -Caitlin, de casi cinco años, se mueve de un lado a otro en la cama sin despertarse- y carga con ella hasta la cocina, donde la pone en el suelo para cambiarla. Después la coloca en su sillita y le da una galleta y un biberón de manzana, mientras Pauline se pone el vestido de tirantes y las sandalias, se dirige al baño y se peina, lo más rápida y silenciosamente que puede.” Esta es la vida de Pauline, sabe de memoria que ocurrirá a cada momento, la autora al escribir este fragmento transmite una mezcla de nostalgia y aburrimiento que nos hace imaginar perfectamente la expresión de Pauline mientras realiza sus deberes de madre. Es solo gracias al joven Jeffrey que ella consigue salir de este bucle sin final, de hecho Pauline cuando empieza los ensayos dice esto “Una vida que le parecía trivial y tediosa en comparación a la de la sala de ensayos: las horas dedicadas al esfuerzo, la concentración, los mordaces intercambios de diálogos, el sudor y la tensión.” Esta sensación de libertad, de ser la verdadera Pauline por unas horas la lleva a tener una historia con Jeffrey, con el que termina huyendo, lo que nos lleva a otro de los puntos tratados en el artículo de Carbajosa “Tras estas escapadas (a veces huyen de sí mismas) no siempre encuentran la satisfacción o la felicidad, ni el verdadero destino.” Esto es lo que le sucede a Pauline “Y, aun así, qué dolor. Seguir viviendo y acostumbrarse hasta que sólo sea el pasado lo que duela, y no cualquier presente posible. Sus hijas han crecido. No la odian. Por haberse marchado o no haber vuelto. Tampoco la perdonan. De cualquier manera, probablemente nunca la habrían perdonado, pero sería por alguna otra cosa.” después de haber huido de casa y haber tomado la decisión de abandonar a sus hijas y a su marido, llega a la conclusión de que tomara la decisión que tomara habría causado dolor, ya sea si volvía con su marido o si continuaba su vida con Jeffrey o sola. Un dolor al que tendrá que acostumbrarse, un dolor con el que tendrá que vivir el resto de su vida.
            En conclusión, podemos decir que Munro relata de manera extraordinaria y sobre todo realista la vida, sentimientos y preocupaciones de las mujeres y del mundo que las rodea. Aun así tiene una visión moderna y atípica de la mujer, una visión feminista, de mujeres que no se rinden, que luchan por un cambio, que no se conforman con lo que la sociedad espera de ellas sino que intentan seguir su propio destino, incluso si este es incierto y en ocasiones no tiene un final feliz. Lo hace además, cambiando continuamente el tiempo y el espacio seleccionando de forma inteligente que información dar al lector, manteniendo el suspense y describiendo lugares y personajes singulares que nos dejan con una conclusión abierta a posibles finales.

domingo, 10 de abril de 2016


BROOKLYN

La madre de Eilis y su relación con Irlanda.

                        Vamos a analizar algunas escenas, para comprender mejor cómo es la relación de Eilis con su madre y qué papel juega en el conflicto emocional de Eilis. Al principio de la novela, podemos ver como cuando Nancy va a buscar a Eilis esta dice “no digas nada hasta que no estemos a una milla de aquí” para que la madre no pudiera escuchar nada. La madre escuchaba y espiaba pero no preguntaba, es más a menudo decía a Eilis que estuviera en silencio. Entre las dos no hay un verdadero diálogo, no hablan de sus problemas, pero a pesar de esto Eilis está fuertemente unida a ella. La madre es una mujer fría, fiel a las tradiciones y a la religión ortodoxa. De hecho, pedirán ayuda al cura Flood para que busque un trabajo a Eilis en Brooklyn.
            Una de las escenas más impactantes es la despedida en el barco. Un gran número de jóvenes irlandeses se dispone a marchar hacia América, como sabemos en aquel momento el país era azotado por una fuerte crisis económica que obligó a emigrar a miles de irlandeses. Bien, pues en ese momento en el que Eilis no sabe si volverá a ver a su familia, la madre se da la vuelta y se marcha cogiendo a Rose del brazo y obligándola a marcharse. Esto nos demuestra o bien la frialdad de la mujer o bien que no quería mostrar sus sentimientos en público.  Eilis parece sentirse en competición con su hermana Rose, pero es esta la que de alguna manera le ayuda, aconseja y acompaña a través de sus cartas. Cuando Eilis recibe la primera, una gran nostalgia la inunda y su “homesick” se acentúa. Es curioso como en las cartas, la madre no escribiera o dijera nada, sino que era la hermana la que hacía alguna referencia a esta. Cuando Eilis tiene novio pide por favor que no se lo diga a su madre, sabe que esta no lo aprobaría.  Más tarde, con la muerte de su hermana Rose, recibe la llamada de su madre donde esta lo único que hace es reprocharla que se fue “cuando tu padre murió me consolé pensando que os tenía a vosotras, cuando te fuiste me consolé pensado que tenía a Rose, pero ahora estoy sola”. Cuando Eilis llega a casa, entra en un bucle sin salida, parece que una serie de eventos le lleven a pensar que es mejor no regresar a Estados unidos. La madre la invita a salir con los amigos, donde hay un buen partido irlandés, la obliga a sustituir a su hermana en la fábrica,…  Es decir,  Eilis se encuentra atrapada entre el deber moral de quedarse con su madre viuda y cuidarla, trabajar en el trabajo de contable que había dejado libre su hermana, casarse con el joven rico y de buena familia y paralelamente con empezar una nueva vida en Brooklyn con Tony, buscar un trabajo mejor, reinventarse para encajar en ese nuevo lugar… hasta que de golpe se despierta y vuelve a la realidad. Alguien del pueblo sabe que está casada con un chico italiano. Eilis toma de nuevo las riendas de su vida y confiesa todo a su madre. La madre responde diciendo “te saludo ahora, me voy a la cama” se va con las lagrimas en los ojos y en estado de shock, pero Eilis ya ha tomado su decisión.
            Para Eilis, su madre representa Irlanda, es a quien necesita cuando llega por primera vez a EE.UU, es quien le ha dado los valores: generosidad, respeto, trabajo e iglesia. Sigue en contacto con ella y su hermana a través de las cartas. Sin embargo, poco a poco Eilis se aleja de estos ideales, el primer paso lo da con su novio Tony con quien se casa por lo civil y a escondidas, algo que su madre nunca aprobaría. Cuando vuelve a casa, al principio muestra una cierta resistencia a volver a ser “la vieja Eilis”, además  no puede decir a nadie que se ha casado a escondidas. Su madre la empuja a dejarse envolver por los acontecimientos, quiere que su hija se quede y la decisión no es fácil pero al final y por primera vez Eilis decide su destino.
            El autor ha querido reflejar en Eilis ese cúmulo de emociones que te invaden cuando abandonas tu hogar y al mismo representar la emigración que se produjo en Irlanda durante los años 50. Inicialmente la nostalgia y las ganas de volver a casa son tu único pensamiento, poco a poco, gracias a un amigo empiezas a integrarte en tu nueva vida, después no sabes cuál es tu hogar si el nuevo que estas creando o el de toda la vida, donde tienes tu familia, tus amigos, … Algo sucede o quizás nada y vuelves a casa. Y piensas que quizás podrías quedarte. Pero todo ha cambiado, tu familia se comporta de manera diferente, también tus amigos, hasta hablan diferente ... ¿es este mi hogar? Ya no me reconozco, debía pensar Eilis. Hay cosas del lugar donde creciste que nada ni nadie podrán sustituir. Pero dónde pasar el resto de tu vida, es algo que tienes que decidir tú.